Un texto que me dejo impresionada, tal vez por el tiempo en el que estamos viviendo en el que nos cuesta apreciar las pequeñas grandes cosas que nos ofrece la vida, es el de Enrique Mariscal. En su libro “Cuentos para regalar a personas sensibles” podemos encontrar en él una de sus exposiciones literarias, titulado “Problemas Complicados”.
El relato de un hombre que se describe en las diferentes etapas de crecimiento, desde su infancia, en la que se apenaba por la pérdida de un insignificante chupete, y luego, más adulto, recibido, con un futuro prometedor por recorrer en el que se creía capaz de cambiar el mundo pero en el que siempre encontraba algún motivo que le producía un imborrable sentimiento de tristeza.
Al finalizar la narración, este hombre se arrepiente de haber pasado toda su vida diciendo que existían problemas complicados. Éste, después de muerto se daba cuenta que en realidad no existían problemas con tal intensidad, sabía entender que para cada uno el problema que atravesaba era el más complicado según la etapa de la vida en la que se encontrase.
Este libro fue leído por mí, cuando tenía la edad de dieciséis años, será que en ese momento de transición de la adolescencia, donde uno hace de una piedra caída una roca que jamás podrá volverse a levantar, me hizo pensar que en realidad cada quién debe aprender a disfrutar todos los días de nuestra vida, y que por segundos hay que saber detenerse para poder observar con claridad las cosas más sencillas y que realmente nos hacen felices, porque sino puede llegar a ser muy tarde.
lunes, 21 de abril de 2008
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